Miércoles, 22 de enero de 2014

Jefes tóxicos

Jefes tóxicosAmanita Muscaria. Desde el bosque de las hadas verdes ( Imagen by CSM)

La toxicidad es la capacidad de cualquier sustancia química de producir efectos perjudiciales sobre un ser vivo al entrar en contacto con el. Tóxico es cualquier sustancia química que posee toxicidad.

Leyendo esta definición de toxicidad y tóxico, y viendo la imagen que he puesto para iluminar este post, precisamente una Amanita Muscaria puede parecer excesivo para comenzar a escribir este artículo sobre la toxicidad de algunos mal llamados jefes.  Seguro que algunos que los han padecido pensarán que a lo mejor me he quedado corta. Y puede ser por deformación profesional de mi carrera de farmacia que nada más pensar en qué foto poner se me ha ocurrido la de esta hermosa Amanita,  la verdad es que este hongo basidiomiceto es bello. Pero dejemos atrás las clases de Botánica para centrarnos en el tema que nos ocupa.

Supongo que los que lean este post, recordarán a alguno de ellos porque lo han padecido o porque lo han padecido personas de su círculo personal o profesional más directo, o porque sin ser jefe de uno han coincidido con alguno de estos especímenes en su organización o empresa.

La verdad es que hacen mucho daño a las personas y por añadidura a las organizaciones. Y pobre de aquel al que además tengan en el ojo de mira.

Dicen las estadísticas que el porcentaje más elevado de buenos profesionales que se van de las empresas es precisamente por este motivo, por los jefes. Y a pesar de ello ahí siguen, pero no eternamente, afortunadamente, pues después de provocar muchos sinsabores en algunos de los que los rodean, acaban despidiéndolos de las compañías. Pero aún así hasta su derrota final seguirán en otras con sus mismas toxicidades aunque finalmente acaben saliendo del círculo definitivamente. Pero mientras tanto han ido dejando “algunos cadáveres” a su paso. Y se preguntarán por qué las empresas no los despiden antes. En mi opinión, porque en muchos casos quienes son víctimas del “desamor” no lo denuncian, otras porque están respaldados por alguien más arriba a quien por otra parte no les llega toda la información. Quienes, los más valientes, a pesar de dejar un puesto de trabajo en el que estaban felices, pueden irse a otra organización, los que se quedan, no lo hacen por miedo al cambio, porque no tienen otra alternativa o simplemente por creer que es posible que dure poco en la compañía.

Estos personajes causan más estragos que beneficios, pues dan con fuerza en la autoestima de las personas, en la felicidad en el trabajo y en la motivación (por tanto también en el rendimiento), cuando no terminan por ser causantes de mayores padecimientos. Porque no todas las personas están preparadas para soportar este tipo de envites.

Hablo de los jefes sin olvidar que también hay compañeros que sin serlo también son tóxicos, aunque a estos se les sobrelleva mejor.

De su escuela, lo único bueno que tienen es aprender que aquello que hacen mal no debemos replicarlo y menos imitarlos, no son un ejemplo a seguir.

Éstos, como comprenderán nunca serán líderes, ni mucho menos líderes apasionados, ni tampoco estarán preparados para el liderazgo del cambio.

“Sólo el que manda con amor es servido con fidelidad”. Francisco de Quevedo.

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Por Montse Sánchez-Agustino
 
 
 

4 comentarios.

  • Angel Barahona
    23-1-2014

    Hola Montse:
    Mi nombre es Angel Barahona, coincidimos, ya hace algunos años, en Pharmacía. Solo felicitarte por esta magnífica página, y decirte que no puedo estar más de acuerdo contigo.

    Un cordial saludo

    Ángel

    • Montse
      23-1-2014

      Muchas gracias Angel, me alegro del reencuentro a través de mi blog.

      Un abrazo, ;-)

      Montse

  • José Luis Teja
    26-1-2014

    Hola Montse,

    Por fin he podido entrar en tu página. Me gusta.
    Y esto de los jefes tóxicos es muy acertado, interesante.
    Seguiremos en contacto.

    Un fuerte abrazo!

    Jose Luis Teja

    • Montse
      26-1-2014

      ¡Cuánto me alegro de oírte a través de las palabras, José Luis!

      Me alegro de que te guste.

      Un fuerte abrazo también para tí.

      Montse

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