Lunes, 13 de abril de 2015

¿Presencialismo?

Presencialismo

Desde los tejados. Catedral Santiago de Compostela (Imagen by MSAM)

Seguro que rápidamente ya saben de que les vamos a hablar hoy.

La palabra presencialismo no existe en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, búsquenla, no existe. En el argot empresarial y laboral este palabro se utiliza para definir a aquel empleado que quiere hacer ver lo mucho que trabaja permaneciendo más horas de su horario habitual en el trabajo solo para que lo vea su jefe. Suele ir unida este tipo de actividad con un tipo de jefe. El empleado que lo práctica detecta a la velocidad del rayo si este tipo de comportamiento va a ser bien valorado por quién lo dirige, o, digamos mejor, por quién le manda. Este tipo de empleado con este tipo de jefe van unidos, no existe uno sin el otro. El jefe hará el tipo de comentario ” hay que ver la de horas que emplea en el trabajo” “es el último en irse, incluso después de mi…” ¡qué trabajador!. La actitud del empleado cuando ya ha traspasado el horario laboral, será la de controlar y confirmar que le vean, pero no se crean que está haciendo algo productivo, no, está haciendo que trabaja, y sin ser visto empleará su tiempo para navegar por internet por ejemplo para ver aquella u otra nadería.

Es curioso que este tipo de trabajadores sigan siendo vanagloriados por alguno de sus jefes, por llamar a estos de alguna manera. Pero siguen existiendo en las organizaciones.

A veces no nos queda otra que emplear más tiempo por el exceso de trabajo, pero esto no ha de ser algo habitual, pues si se convierte en una rutina y no somos un presencialista de vocación como el que hemos definido anteriormente, tendrá que ver más con una mala organización y una mala planificación de nuestro trabajo. También por querer acaparar o atender a muchas cosas a la vez y no ser capaces de delegar, a no saber decir que no (esto muy frecuente), o a no saber discernir lo importante de lo que no lo es y en definitiva a no saber gestionar nuestro tiempo.

Este último caso tiene solución y se puede mejorar, en el caso de la cultura del presencialismo ya no, porque corresponde más con una actitud, mejor dicho una mala actitud hacia el trabajo, y también con una forma de ser servil, de querer agradar en exceso y de la cultura de trabajar hacia arriba, el mundo de los superiores y no hacia abajo, el mundo de los compañeros y de los equipos. Ya que éstos sí que los detectan a la primera y suelen detestar, aunque este sentir poco le importa al presencialista.

Es probado que un buen líder no alaba esta actitud, y ¡ojo presencialista! no la practiques ante él. Un buen líder valora a aquellos que trabajan por un objetivo claro, quienes creen en los proyectos y los hacen suyos, que innovan, que son creativos, que se dejan la piel para y por la organización pero gestionando su tiempo, empoderando a otros y conciliando su vida profesional con la personal. Por que al buen lider le gusta tener a su equipo comprometido y motivado, a gusto con lo que hace y saneado. Y decimos lo de saneado pues nuestras mentes tienen que saber desconectar para poder expansionar nuestros cerebros y así generar la riqueza de ideas, de proyectos, de mejores maneras para hacer nuestro trabajo.

“Las tres cosas más difíciles de este mundo son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo”. Benjamín Franklin

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Por Montse Sánchez-Agustino
 
 
 
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